Este año se conmemoran cinco décadas desde que las mujeres en España obtuvieron el derecho a abrir una cuenta bancaria sin necesidad del consentimiento de un hombre. Este hito, alcanzado en 1975, marcó un punto de inflexión en la lucha por la igualdad de género y la autonomía económica femenina. 50 años han pasado de estos acontecimientos que hoy parecen siglos.
En España, las mujeres pudieron abrir una cuenta bancaria a su nombre sin la autorización de su marido el 2 de mayo de 1975, con la aprobación de la Ley 14/1975.
Hasta ese momento, las mujeres casadas requerían el permiso de su esposo para gestionar sus finanzas y abrir cuentas bancarias. Las solteras, por su parte, dependían de un padre o tutor.
Un cambio legal que transformó vidas
Hasta 1975, las mujeres casadas en España estaban sujetas a la figura de la “autorización marital”, que les impedía realizar actos jurídicos como abrir una cuenta bancaria, firmar contratos o trabajar sin el permiso de su esposo. La abolición de esta restricción legal fue un paso crucial hacia la emancipación económica de las mujeres, permitiéndoles tomar decisiones financieras de manera independiente y participar activamente en la economía del país.
La inclusión financiera: clave para la igualdad
La inclusión financiera no solo implica el acceso a servicios bancarios, sino también la capacidad de utilizarlos de manera efectiva. Según datos de la ONU Mujeres y el Banco Mundial, las mujeres siguen enfrentando barreras significativas en este ámbito, como la falta de educación financiera, la discriminación legal y social, y la sobrecarga de responsabilidades domésticas no remuneradas. Estas limitaciones afectan su autonomía económica y su capacidad para invertir en salud, educación y bienestar familiar.
Además, la inclusión financiera de las mujeres tiene un impacto positivo en el desarrollo económico. Estudios indican que cerrar la brecha de género en el acceso al crédito podría aumentar el PIB per cápita en un promedio del 6% en países emergentes.
Avances y desafíos actuales
En las últimas décadas, se han implementado diversas iniciativas para promover la inclusión financiera de las mujeres, como programas de microfinanzas y educación financiera con perspectiva de género. Sin embargo, persisten desafíos significativos. La falta de acceso a servicios financieros limita las oportunidades de emprendimiento femenino y perpetúa las desigualdades económicas. Es fundamental continuar trabajando para acabar con estas barreras y promover la igualdad de género en el ámbito financiero. Fomentar la autonomía económica no solo es una cuestión de justicia social, sino también una estrategia clave para el desarrollo sostenible y la reducción de la pobreza.
Fotografía de Marta Ruiz Jadraque
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