Entrevista a Eduardo Ortega, del Área Social de Cáritas Española.
¿Cómo estáis viviendo estos meses de pandemia?
Con mucha intensidad y con cierta preocupación. La preocupación deviene de las consecuencias económicas y sociales derivadas de la pandemia. Las que estamos viendo desde el mes de marzo y las que están por venir, en función de cuánto se sostenga esta realidad y de las medidas que se tomen al respecto.
La intensidad es consecuencia del incremento de personas que acuden a Cáritas solicitando apoyos de distintos tipos. Y a veces, esta intensidad se convierte en cierta frustración cuando no tenemos los recursos necesarios para apoyar a tantas personas que lo necesitan.
A pesar de ello, también vivimos con cierto optimismo la respuesta de parte de la sociedad en clave de solidaridad y de puesta en marcha de iniciativas creativas.
Existen informes que hablan de nuevas pobrezas en España a raíz de la situación ¿cómo creéis que la pandemia va afectar en orden a la creación de pobreza en España?
Lo más importante es subrayar que esta desigualdad no es el resultado de una situación puntual como pueda ser la generada por esta pandemia. Los procesos de desigualdad que vivimos vienen de largo y hay factores muy anclados en lo estructural que pueden explicarla: un mercado laboral que genera grandes bolsas de empleo precario, un sistema educativo público debilitado que resta oportunidades a los más excluidos, históricas brechas salariales entre hombres y mujeres o entre autóctonos e inmigrantes, etc. El resultado final de estos y otros fenómenos es la transmisión intergeneracional de la pobreza, es decir, la gran probabilidad de que, si has vivido la infancia en un hogar pobre, al llegar a la edad adulta no puedas salir de esa situación.
No obstante, la pandemia que vivimos ya empieza a evidenciar el impacto diferencial que está teniendo en las condiciones de vida de los grupos más desfavorecidos. Vinculados en gran medida a sectores presencialistas y de servicios han sufrido una gran destrucción de empleo y con ello han visto notablemente mermados sus niveles de ingresos.
A esto hay que sumar las graves dificultades a las que se han enfrentado colectivos como las personas con un empleo en la economía informal (cuidadoras y peones agrícolas, por ejemplo) para quienes el confinamiento supuso una paralización de su actividad e ingresos y la ausencia total de medidas de protección que mitigaran su situación.
¿Qué nuevas necesidades detectáis en los diferentes ámbitos de intervención?
Por una parte, en estos meses de pandemia hemos visto cómo determinados problemas vinculados a la pobreza económica, se agudizaban, especialmente los relativos a la pérdida del empleo.
Pero, además, el confinamiento ha generado nuevas situaciones que nos preocupan especialmente para aquellos hogares más vulnerables: situaciones de soledad y aislamiento, la realidad de los mayores en las residencias, las dificultades para los menores en el seguimiento de su proceso educativo, la situación de las personas en situación de sin hogar, las mujeres víctimas de trata, aquellos hogares en los que se dan malos tratos….
En cualquier caso, por nuestra experiencia, las crisis no hacen más que intensificar y evidenciar determinados problemas estructurales de nuestra sociedad: empleo precario, debilidad protectora de nuestro estado de bienestar, derechos fundamentales no protegidos (como el acceso a la vivienda)
¿Qué recetas aconsejáis para paliar la creciente desigualdad existente?
Esta pandemia ha evidenciado que la mejor forma de protegernos es proteger al otro y que un buen estado de salud general favorece la salud de cada uno de los miembros de la sociedad. Por ello, asegurar la salud pública para todos los ciudadanos y alejarla de un debate ideológico altamente polarizado y electoralista debería ser una máxima de nuestros tomadores de decisiones.
La digitalización de la sociedad es otra de las grandes certezas que ha traído esta pandemia. Hace apenas siete meses, la digitalización de servicios públicos y privados era un fenómeno que pretendía abrirse paso en un mundo aún presidido por el presencialismo. Pero, tras el confinamiento y en un contexto actual de distancia social, la vía telemática es una realidad que ha venido para quedarse en muchos servicios públicos (atención médica, tramitaciones ante la Seguridad Social…) y privados (compras, formación online…). Así, la brecha digital, que hace unos meses era una consecuencia de la exclusión ahora se muestra con más firmeza como una causa también de exclusión. La ausencia de conexión, de dispositivos o de habilidades para el manejo en internet son en nuestros días claras causas de exclusión.
Pero conviene no olvidar que, como decíamos antes, la desigualdad es un fenómeno de larga trayectoria que requiere de acciones que incidan en lo estructural por lo que se hacen necesarias políticas de hondo calado que favorezcan la cohesión social y a la vez reduzcan el cambio climático, que es la gran amenaza global que ahora se cierne sobre la humanidad.
¿Por qué sois socios de Fiare Banca Etica?
Cáritas siempre se ha involucrado de modo activo en iniciativas que promueven la constitución de sistemas financieros alternativos que contribuyen a que el dinero sea utilizado para la transformación social conforme a los principios de la economía solidaria.
Y Fiare es uno de esos proyectos, por eso es socio. Desde 2002 se ha implicado en Proyecto FIARE. Fueron las Cáritas Diocesanas de Bilbao, San Sebastián y Vitoria, y sus respectivos Obispados, quienes dieron un decidido apoyo e impulso al nacimiento de este proyecto de una banca ética y solidaria, con la conformación de FIARE, Fundación para la Inversión y el Ahorro Responsable.
Cáritas Española se hizo socio de Fiare en 2006 y ha ido renovando su asociación a medida que fueron cambiando las formas jurídicas adoptadas por Fiare, hasta la actual cooperativa Banca Popolare Etica (conocida como Fiare Banca Etica) y miembro de la Fundación Finanzas Éticas.
¿Por qué habéis decidido trabajar con Fiare Banca Etica?
Estamos convencidos que hay que apoyar y fortalecer las iniciativas que son instrumentos de las finanzas éticas.
Trabajar con Fiare Banca Etica, contribuye a hacer fuerte a la economía solidaria, canalizar la operativa cotidiana de servicios bancarios, la financiación, la inversión, ayuda a que tengamos cada día una banca ética cada vez más fuerte y podamos contar un banco que esté al servicio de la utilización del dinero, conforme a los principios que sostenemos sus clientes: transparencia en el uso del dinero y la información; financiación e inversión en proyectos y actividades con valor social, ambiental y económico compartido; participación del cliente en la decisión final del uso del dinero; distribución de los beneficios de la actividad del banco para la continuidad del proyecto de banca ética; en definitiva; que el proyecto de finanzas éticas, su objetivo final; esté al servicio de las personas y de una economía para la inclusión social.
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